Como el blanco es al negro, es el “escualidismo” al chavismo. Quiere decir entonces que aquellos que nos negamos a hipotecar nuestras neuronas a cambio de las prebendas del neo riquismo 7 estrellas consolidado en éste país por Chávez, estando enfermos por ser “escuálidos”, sólo tendríamos por “cura” el ser chavistas.
Gracias a Dios, que con su empírica sapiencia obtenida del roce con las experiencias cotidianas mientras vendía arañas para sobrevivir porque ni siquiera su madre lo quiso, el “Iluminado de Sabaneta” admitió que ésta, la que me cunde hasta la última célula de mi ser, es una enfermedad que no tiene cura.
¡Aleluya!...por mi insania, ¡aleluya!... por mi escualidismo, venerado sea el Nombre sobre todo Nombre por haberme puesto en este mundo tan enferma como estoy.
Me invade una terrible nausea, producto quizá de esta terrible enfermedad, el sólo pensar que pudiera ser chavista.
Me taladra el cerebro un centelleante dolor de cabeza, seguramente surgido de este terrible mal llamado escualidismo, al imaginarme mi voz gritando a todo pulmón “patria, socialismo o muerte!.
Coño, siento que me desmayo, quizá por estar en fase terminal, al asomarse a la posibilidad remota de haber equivocado el rumbo y que hoy algún carajo me llamara por filiación partidista, “compatriota” o “camarada”.
Me siento sumamente mal, confieso que esta es una enfermedad que no me deja vivir, es como el cáncer y el SIDA, enfermedades incurables cuyos tratamientos son la inyección de inmensas dosis de veneno en el cuerpo, por lo que diariamente hay millones de cerebros brillantes, pensantes, formados, capacitados, buscando la manera de curarlos sin invadir el cuerpo enfermo con veneno.
Prefiero morir de escualidismo que someterme a un tratamiento cuyos componentes activos sean el servilismo y la mediocridad, la ignorancia y la miseria espiritual. ¡Mátame escualidismo!, porque como bien dijo la muy recordada actriz Roxana Díaz… ¡prefiero ser puta que chavista!...