viernes, 26 de marzo de 2010

Vivir con miedo

Cada noche de los últimos 6 o 7 años, me he acostado pensando qué hacer para ver cambiar la realidad de mi país, y créanme que han pasado los más locos pensamientos por mi cabeza.

Hoy cuando me entero que algún vecino del centro de la ciudad ha vivido un doble racionamiento que le ha dejado 5 horas sin fluido eléctrico (dos por la mañana y tres por la noche), le sumo a ello el no poder bañarme como Dios manda, porque no había agua en mi casa ni pa’ los tres viajes de la totuma sugerida para estos casos ya que tenemos 48 horas sin que llegue el vital líquido a nuestro hogar.

Como pueden ver, son elementalidades al lado de la detención de Guillermo Zuloaga, a quien uno de los inconvenientes generados tras su detención es que se le cayeron las vacaciones en Bonaire. O al lado de la detención de Oswaldo Álvarez Paz, que debe estarla pasando muy mal.

Por su parte Wilmer Azuaje hizo un rollito con su inmunidad parlamentaria y el resto ustedes se lo saben.

Pero creo que no me sentía como ninguno de ellos. Me sentía más bien como la esposa del Inca Valero, ingresada en el Hospital Universitario de Los Andes tras una práctica de pugilato del Campeón que le dejó un cuadro clínico que no es nada alentador.

¿Por qué como ella?. Porque seguramente ella vive con miedo, pensando cómo sobrevivir cada día y devanándose los sesos para determinar cuál será el próximo arranque de su macabro marido, que la dejará maltrecha otros cuantos días.

Así siento que estamos viviendo. A la espera de la próxima paliza del Gobierno.

Y me sigo preguntando ¿qué hacer?.

Por los momentos tomé la muy dura decisión de abandonar los espacios radiales, de ponerle una pausa a La V Paila en su versión radio, hasta que en mi país se restablezca el estado de derecho.

Para quienes ligeramente deseen juzgarme cuando les explique que la razón de mi decisión es el miedo, ¡adelante!.

Efectivamente esta es una decisión movida por el miedo porque en 13 años de ejercicio profesional he ido a juicio ¡SIN MIEDO!, en tres oportunidades. En cada uno de ellos he salido airosa porque me asistía no solo la verdad de los hechos denunciados o planteados, sino que además fui a juicio en aquella época en que la justicia buscaba encarcelar a los malandros, a los delincuentes, pero no era empleada “alegremente” como un mecanismo de represión política para acallar a quienes pensamos distinto.

Si algo me ha caracterizado a lo largo de mi vida profesional, es el hacerme responsable por cuanto digo, expreso, opino. Sin embargo, hoy día no basta con decir lo correcto, porque es un país bizarro como este en que vivimos, la verdad, una opinión, una denuncia, puede ser rápidamente empleada por quienes se supone deben administrar justicia, como una razón para estar preso.

Y sí; particularmente evitaré a toda costa estar tras las rejas. No voy a ponérsela facilita a nadie. ¿Qué mejor para este Gobierno que aquellos que disentimos estemos todos detrás de las rejas mientras sus focas aplauden viendo como se desangra el país?.

¡Si he de estar presa, que valga la pena!.

Sin embargo no puedo dejar de expresar mi profundo dolor ante esta decisión y ante la actitud asumida por muchos otros periodistas que han buscado la manera de alejarse en mayor medida del peligro que representa tener Libertad de Pensamiento en este país.

Lo que está consagrado como un derecho humano, universal y suscrito por nuestro país en tratados internacionales, es usado de tapete por quienes se suponen garantes de ellos.

Ojalá logren comprender quienes decidan juzgarme, que es fácil ver como los demás hablan y se exponen, como los demás ponen en riesgo su pellejo, como los demás “le echan bolas” mientras miles guardan su identidad tras un seudónimo y su rostro tras un avatar. Igual de valiosa es su lucha y jamás me atrevería a descalificarla, sólo que es menos arriesgada.

Es por eso que hoy simplemente me apresto a fortalecer otras trincheras de lucha como este blog porque como venezolana, como periodista, pero sobre todo, como una ciudadana más, me resulta imposible callar. Aquí nos seguimos viendo…